segunda-feira, 14 de novembro de 2011

Presas de nuestro próprio veneno



No es un secreto para nadie que las mujeres somos expertas en juegos sentimentales y esta afirmación la hago sin ninguna ironía, ni siquiera creo que eso sea malo, es apenas la forma que nosotras, el sexo débil, encontramos para llamar la atención de los machos de nuestra especie en momentos de necesidad. Básicamente se trata de lo siguiente, una mujer sola en una sociedad como esta tiene algunas necesidades que su anatomía o fisionomía no consiguen resolver tan fácilmente como el sexo opuesto lo haría, ejemplo: cambiar la gomas del auto, cargar una caja pesada o substituir el interruptor de la luz en el cuarto, que se yo! Muchos podrían ser los ejemplos. Entonces recurrimos a un amigo, un vecino, colega de trabajo, etc, lo único que importa en ese instante es que queremos ayuda. Es en este momento en que nos transformamos en lo que ese vecino, amigo o colega quiere ver para conseguir nuestro propósito. No tenemos otra alternativa, si no los motivamos, ellos no nos ayudan así que yo diría, que “la culpa” si es que existe, es de ambas partes.

Siempre que se sigan los pasos correctos, la técnica arriba descrita dará resultados, es infalible y ancestral no tiene puntos débiles. Pero a mi ver a largo plazo nos cobra un precio alto que se llama inseguridad.  Voy a tentar explicar.

La mujeres por esta habilidad, necesidad o naturaleza de transformarnos en aquello que los hombres quieren ver en cada momento y como consecuencia de esta mutación conseguimos atraer a algunos ejemplares del sexo opuesto que por selección natural no nos interesan sexualmente, pero nos son gratos como amigos. Este es otro desafío para nosotras las mujeres explicar a ustedes los hombres que no nos interesan en el plano íntimo sin  que todavía pierdan el interés por completo en nuestra persona, porque eso llevaría a la pérdida de la amistad consecuentemente. Aquí jugamos ambos sexos aquel jueguito o aquella danza de seducción estéril que casi siempre dura poco o porque él quiere lo que le han prometido y nunca le dieron o porque ella se cansa de gastar tanto tiempo y energía a cambio de un amigo que le cambié la luz de la cocina. 

Este fenómeno que nos obliga a decir sis cuando queremos decir no, juega a nuestro desfavor cuando estamos interesadas en una relación seria. Como cualquier ladrón piensa que lo quieren robar, nosotras pensamos que nos están mintiendo que nos utilizan y eso es lo que lleva a ser tan inseguras en las relaciones a veces sin motivo. Es típico de cualquier mujer gastar horas pensando si esto o aquello que él dijo corresponde con esta o aquella actitud que él tuvo y esas actitud yo no la veo en los chicos. Inclusive cuando las mujeres ya son adultas y supuestamente maduras esta actitud persiste en cuanto los hombres son más tranquilos y seguros. Es que ellos cuando les gusta van atrás y es así de simple y nosotras queremos mil y una demostración de sinceridad y seriedad mismo cuando ni siquiera son estas nuestras intenciones. 

Al final de la jornada, un chico puede lamentarse por no conseguir tener una relación con determinada chica, pero estará casi siempre bien consigo mismo porque hizo todo lo que estaba a su alcance, en cuanto una chica en la misma situación estará frustrada porque fue él que no hizo lo suficiente para estar con ella. 

No creo que este fenómeno sea reversible ni siquiera consciente, apenas quiero darle un consejo a los chicos, cuando quieran una mujer sean persistentes y seguros ya que nosotras no conseguimos serlo…

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