terça-feira, 18 de outubro de 2011

Un mundo sin fronteras, sin autorización de residencia

Hay que pasar por las experiencias en primera persona para poder entender lo que está en juego cuando se restringen o se condicionan los derechos de un ser humano y es que curiosamente la mayoría de las veces la escusa es preservar el derecho de otro ser humano.  Será que el puesto de trabajo que ocupa un Ucraniano en un restaurante de Lisboa puede ser visto como un puesto de trabajo menos al cual un nacional portugués puede optar? Y un mexicano que trabaja como camionero en California le está vedando la oportunidad a un ciudadano americano de tener ese empleo? Un abogado brasileño trabajando en una firma de petróleo en Luanda, pago a precio de oro, priva a un angolano, también formado en derecho, de ocupar ese lugar?. Una cosa yo les garantizo, la respuesta a estas cuestiones depende de la posición en que uno esté o halla estado a lo largo de su vida. Lo digo por experiencia porque ya estuve en las dos. 

Cómo puede un ciudadano de Cierra Leoa escapar de la armadilla de la pobreza, que lo atrapa en su país, si ningún país le da una visa para emigrar?.  En Zambia el 86% de la población vive en la pobreza extrema, si un ciudadano de este país llega al primer mundo y no puede legalizarse y conseguir un permiso de trabajo él nunca podrá dar el paso que desesperadamente busca para invertir su situación. Una joven guatemalteca que quiera huir de un destino pobre y sin educación en su país de origen y soñar con vuelos más altos para su futuro, como hace? A que puerta va a pedir ayuda?. Tiene que un cubano vivir en Cuba y someterse a las restricciones de los derechos fundamentales en la Isla solo porque nació allí?.

Yo no sé las respuestas a estas preguntas, ni idea de cómo ellas se podrían solucionar sin afectar la paz social de los que cómodamente están del otro lado. Cuando uno está en la situación de los que “solo no haces si no quieres” suele no pensar en estas cuestiones, pero cuando se cambia de bando y engrosa las filas de los que “ojalá me dieran la oportunidad” suele cuestionarse  sobre si esta es la actitud correcta de los que supuestamente son los más civilizados. 

No se necesita un milagro para cambiar el mundo. Los empresarios, los banqueros, los burócratas o los policías no son seres de otro planeta, somos nosotros mismos, es el vecino, el cuñado o el novio de una amiga. Si comenzáramos por dar cada uno de nosotros una oportunidad, facilitando y contornando obstáculos injustos, a quién más necesita seria ya un gran paso. No me refiero a una limosna, no. Me refiero a la oportunidad de trabajar, de estudiar, de reconocer un error y poder retomar una vida normal a veces cosas tan simples como una información certera puede hacer la diferencia en la vida de una familia  y para eso no es necesaria una ley sino apenas la buena voluntad.

Ese mundo sin fronteras y sin autorizaciones de residencia está lejos, pero dentro do nuestro mundo personal y profesional él puede NO ser algo así tan imposible. Si todos intentamos cambiar lo que está a nuestro alcance, que así visto parece poco, el resultado final será la suma de todas las buenas acciones con un resultado satisfactorio para todos. El bienestar no es un recurso escaso (al contrario de la tierra, del dinero o del oro), no es por tu vecino estar muy feliz que tus posibilidades de ser feliz disminuyen, al contrario, el bienestar de los que te son cerca contribuye para el tuyo :)

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